miércoles, 12 de junio de 2019

LAS GOTERAS DE DOÑA AMPARO

No era que la tarde andaba de coqueta, cerrando sus ojos a cuenta gotas., al ritmo de las lluvias de medio año. En la casita de doña Amparo Mejía, el ''tejao'' ya estaba tan viejo que parecía coladera. El agua se metía por todas partes hasta la casa, donde La Doñita, como le decían los chamacos del barrio, ya estaba cansada de andar corriendo los muebles de un ''lao'' a otro.
Un grito enojado y lleno de ira se escuchó desde la cocina:

-¡Pepeeeeeeeeeeeeeee! pedazo de vagabundo, ¿dónde andas muchacho ''atarantao''?- La voz de la viejita que llamaba a su hijo de veinti tantos años pa' que le ayudara un poco, puesto que así como era bueno para comer, que fuero bueno en los quehaceres, de todas formas ni trabajo tenía.

En uno de los cuartos, un cuerpo retorcido de tanto dormir, con la cara tapada por un sombrero de paja, donde solo se le veían salir los pelos de la barba. Con los pies descalzos, y los ruedos del pantalón doblados hasta las rodillas por aquello de la mojada del piso. A Pepe no le estorbaba nada, era de esos hombres que son flojos con muchas ganas. Ni cayos tenía en sus manos puesto que siempre andaba ''escapao'' al trabajo. Con costos y se bañaba de ves en cuando por si las moscas.

-Muchacho condenao, ¿que no escucha que le estoy gritando? Necesito que se suba al tejao a arreglarlo porque ya casi estar adentro de la casa es peor que estar afuera, el chorrito de agua me cae en medio de la espalda, y después sigue mas pa' abajo y pa' que le cuento el frío que me da-  Le decía la Doñita al joven que solo balbuceaba entre dormido y despierto. -Ay ma' mañana ya es muy noche y la ''verda'' estoy muy ''cansao''- Dijo Pepe con los ojos mas achinados de dormir que de otra cosa.

Al rato solo se escuchaban las gotas de agua cayendo en los baldes y casuelas, toda la casa estaba llena de ellos y hasta el copete de agua. Era un concierto de sonidos que de repente se volvieron en silencio en toda la casa, como si hubiera dejado de llover, ni siquiera la Doñita se escuchaba con sus reclamos entre dientes. -Vaya, por fin puedo dormir tranquilo- dijo Pepe en sus adentros. Se enroscó más en su cama, de todas formas allí no había goteras, así que nada le preocupaba...

Soñaba tranquilo y sereno el ''tranquilazo'' de Pepe... Apenas habían pasado treinta minutos y ya el amigo andaba con su mente meciéndose como si estuviera en verano sobre una enramada de frutas maduras listas para comer. Mientras doña Amparo seguía peleando con las goteras y las tejas mal acomodadas. ..
El verano estaba en el sueño de Pepe, el dormía plácidamente, a sus anchas y a sus delgadas con toda la sinvergüenzada del mundo, a tal punto que hasta los zancudos tenían sueño de tanto verlo dormir.
De repente su sueño se tornó en pesadilla, una marejada de agua lo tenía acorralado en su árbol de frutas, no tenía escapatoria alguna. Era evidente que en su sueño moriría ahogado y de frío. Pepe gritaba de desesperación... -ayuuuuuuda, auxilioooooooooo, me muerooooooo-

Cuando tuvo chance de reaccionar, y abrió los ojos del susto lográndose sentar en la cama, lo primero que vio fue la figura de la Doñita Ampara, que con una tina en la mano se reía  a carcajada limpia al escuchar los gritos de Pepe.

-¿De que se ríe ma'? ¡si no está viendo que casi me ahogo! y yo estoy muy pequeño pa morir- Decía Pepe en medio del susto y mirando las carcajadas de la señora  que no podía detenerse.

-Mire condenao, que ahogao ni que mis canas, la que lo mojó fui yo, y como usted lo único que hace es dormir piensa que todas las tonterías que dice son ciertas, así que vaya y sube al techo en este instante y me acomoda las tejas, o lo que le voy a poner de corbata es la tina pero sin agua-

Y así no hubo más remedio que subirse al techo, ya de todas formas estaba ''mojao'' así que ni modo. A ponerle ganas más por miedo que le peguen con la tina que por otra cosa.

Y aún mientras Pepillo arreglaba las tejas, doña Amparo seguía riéndose al ver la cara de ''espantao'' de su hijo. A ver si así se le quita lo vagabundo.

Rapherty Villalobos Soto
Autor de Ilusiones
Costa Rica.

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