miércoles, 21 de febrero de 2018

EN EL SENDERO.

Es el sendero del romance, donde el día se funde con el atardecer. Donde los cantos de los árboles arrullan la pasión de los pastos y los besos de las sombras. 
Invitando a caminar con los pies descalzos, sintiendo el abrigo de la hierba fresca en las plantas de los pasos de humanidad. Observando como es que el sol valiente brilla sobre aquella montaña dueña del sendero enamorado de la hermosa soledad. 
Donde vi tus ojos aquella tarde, haciendo juego con la brisa y el movimiento de tu falda. Con tu cabello largo entre manzanilla y miel... Dorado color que se mezclaba con la blanca palidez de tus manos y entera tu piel... 
Es lindo mi bello Puriscal, entre senderos de enamorados cantos veraniegos. Entre llantos de nubes que besan la montaña. Donde el agua fluye como sangre por las venas de la tierra... En mi Santa Lucía, donde vive el amor de mi vida. Donde sus ojos bellos contemplan entre parpadeos los plumajes de las aves que siempre vienen a darle los buenos días. 
Sentada en la piedra más grande que hay en el sendero, siendo una más en el paisaje azul cielo y verde pradera. 
Al pie del manzano, al lado del níspero y la guayaba. Cerca del trapiche donde la caña de azúcar da la materia para la ''tapa e' dulce'' y el ''sobao'' 
Donde la mano fuerte  no se cansa de trabajar, allá cerca del sendero  enamorado del mar y su distancia. Entre los helechos del terruño. 
Allá en mi hermoso Puriscal, donde la mirada de la llegada a casa es descanso, y mi silla me espera para darle confort a mi espalda cansada. 
En el sendero de pasos hermosos, al lado de la flor de china y la veranera, donde tus manitas delicadas se llenan de su aroma y de belleza... 

Rapherty Villalobos 
Autor de Ilusiones 
Costa Rica. 
Así es mi Tierra 


jueves, 15 de febrero de 2018

Sus Lugares


Puriscal... En su Santiago luce la cabecera de su cantón, con la belleza de su parque y su iglesia coronada de antigüedad, recuerdo de aquel día en que el terremoto se llevó tantas cosas. Con la alegría de su gente, y la algarabía de los estudiantes del Liceo de Puriscal. Un parque lleno de colorido, con la estatua de su ''sapito'' en el centro del mismo...
En la esquina el copero ofreciendo sus granizados, en su carretilla de lata, se ve la marqueta de hielo esperando a ser raspada por el brazo fuerte y la maquina para luego ser llenado el vaso, y saborizarlo con sirope de algún sabor, que se mezcla con leche condensada y leche en polvo...
En Cerbatana, tierra de brumas, se siente el aire frío de la montaña. Belleza de lugar donde las casitas de campo se unen entre sí para ver el paso de su clima cambiante. En las mañanas, el sol abundante y delicioso, por las tardes el viento que sopla en las hojas de los árboles, y por las noches la niebla que abruma el canto de los grillos junto con las luciérnagas en los jardines bellamente decorados de las casas de campo.
En Desamparaditos, los ríos de cristalina agua que refresca la garganta del caminante, la quietud de sus pasos y senderos entre los montes... La vista del Valle de Piedras Negras y Picagres, el verdor azulado que se nota en la lejanía de los miradores. Por el paso de Carit rumbo a la hermosa tierra de Desamparaditos, se ven los guayabos y nísperos, los mangos ya retoñando a merced del cálido verano.
En San Juan y Barbacoas, rumbo a los campos de Grifo Alto y Turrubares, donde la sencillez y la humildad de sus habitantes se nota desde que empiezas a enamorarte del lugar. Allá, dónde el viento se devuelve, o donde el diablo dejó su ''chancleta'' allá en Zapatón o la Gloria, donde solo a caballo se puede entrar para ver a los sargentos con su pecho rojo cantando y adornando los ramajes. Donde los tucanes se camuflan en las alturas de los cedros, y los jocotes.
En mi bello Santa Lucía... ahí cerca del recibidor de café, o donde está la Chanchera, por donde don Neno, vecino de Doña Viky Solano. Entre potreros y árboles de limón y naranjas, de cases y guayabas, jocotes y nísperos. Donde los palotes con sus racimos de bananos criollos son víctimas de de los colibríes, donde las ardillas y los pizotes se comen los almendros ...
Suspiro profundo y veo mi tierra, nuestra tierra... Las raíces y las sombras de las palmeras y los paredones adornados con helechos y Cacho e' venado''. Alguna guaria colgada en las puertas de las casas con sus campanillas listas a sonar con el soplido del viento. Los lirios que descansan de día, y trabajan de noche.
Suspiro y vuelvo a suspirar... Bendita sea mi tierra por Dios...

Rapherty Villalobos Soto
Costa Rica
derechos reservados.
Imagen de la red
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miércoles, 14 de febrero de 2018

De Regreso a Santa Lucía.

La caída de la tarde llega una vez más a mi Santa Lucía. En sus montes el color ambarino y anaranjado del sol que se mezcla con el azul del cielo, va siendo cada vez más notorio.  El astro rey a punto de besar las colinas de Desamparaditos, y Carit. Las ráfagas de viento anuncian el acercamiento de la noche, y van bajando las temperaturas después de un largo día de verano. El sudor se ve pasar por la frente del agricultor, mientras con esmero recoge las herramientas que ha usado para facilitar un poco su trabajo. Levanta la mirada viendo aquellos pequeños valles entre las montañas de Puriscal, con las eras donde fue depositada la semilla que dará el ''maicito'' y el ''culantrito'' pa' vender en la feria dentro de algunos días.
Aún fatiga el calor, pero va llegando la hora de dejar el campo... Sorbiendo un trago de agua levanta su mirada satisfecha y a la vez vigilante sobre el terreno, para ver que no quede nada olvidado, ningún detalle, se le puede pasar.
Con sus sombrerito de tela, su pañuelo rojo en el cuello y sus botas, da pasos largos rumbo a la entrada con los sacos al hombro llenos de semilla, y llenos de herramientas que se mezclan con los platos y cucharas del almuerzo.
Su camisa blanca de manga larga, que hace que el sol no le queme la piel, y sus manos llenas de tierra son el símbolo del esfuerzo de aquel día.
El canto del yigüirro se escucha sobre los pocos árboles que dan sombra sobre el camino, y las golondrinas se ven volando de un árbol a otro ya buscando un lugar seguro para pasar la noche.

-Para llegar a la casa antes de que oscurezca hay que ''trolear'' media hora, ta' largo, así que mejor me voy por entre los cafetales,  por el trillo del río y así paso a ver si hay  limones pa' llevar-

La quebrada es pequeña en verano, se puede pasar por donde sea, incluso el agua se puede tomar bien fría ya a esas horas de la tarde. Todavía se puede ver el paso entre los matorrales, ya que solo hasta dar las seis de la tarde es que la noche hace de las suyas.
Ya el viento esta mas helado, y se ve como con su fuerza empieza a levantar las hojas secas del suelo, las lleva de un lado a otro, entre pequeños remolinos que se pueden ver de lejos sobre los llanos.
Al ir llegando a Santa Lucía, luego de bajar la montaña hasta el pueblito, los perros empiezan ya su canción, ladran al paso de las personas que van llegando, haciendo que las familias abran las puertas de las casas, para sentarse en el corredor a esperar a su gente. Se ven a los más pequeños jugando en bicicletas sencillas, de esas a las que les falta alguna pieza pero igual corren de verdad, o jugando y correteando detrás de un balón de futboll, el más gastado por la calle de lastre que está mala...
Ya la tarde se despide para dar paso a la noche, a los búhos y a los murciélagos, a las arañas que se cuelgan de los itabos, para tejer sus trampas, y a los ratoncillos de monte que hacen un concierto junto con los grillos y las ranas de la quebrada...
Se escucha el rechinar del''portoncillo'' pasos subiendo las gradas de la casa... Ya llegué a mi descanso...

Rapherty Villalobos Soto
Autor de Ilusiones Costa Rica
derechos reservados  2018
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lunes, 12 de febrero de 2018

Una Casita Acogedora

El tiempo sigue su paso... Poco a poco va metiéndose en la oscuridad de la noche, donde la quietud y la serenidad, son solo por ratos mientras el viento no pegue en las puertas de madera de los ventanales hechizos de la humilde choza.
Adentro, un tizón que corresponde al pedazo de madera de una mesa vieja de pino, que fue desarmada por su dueño para darle calor al crepitar de las brasas en la cocina de leña. Humo blanco escapando por el tubo de metal que hace la función de un remedo de chimenea, pero el calor de la madera ardiendo, impregna todo el lugar...
Huele a hogar, a la caída de la noche, mientras que en las afueras de la casa, los lirios recuerdan el verano que se adueña junto con la oscuridad del pasar de la noche. Se ve la humedad del ''sereno'' que cae entre los troncos que forman junto con unas tablas una especie de cerca que recorre todo el terreno. Con una arco de flores veraneras de color rojo que se pierde como enredadera en el pórtico de la cerca, la brisa misma que mueve las nubes y deja ver la luna colgada del cielo, también azota contra las indefensas plantas que alzan vuelo en pequeños torbellinos entrelazados.
Son las ocho con veinte minutos de la noche, en Barrio Santa Lucia... Y aquella casita de tipo ''chalet'' con sus tabloncillos de nazareno, y sus muebles de pino envejecido, sigue emanando el olor del terruño, sigue mostrando la humildad y la sencillez del pancito ''ganao'' a base de manos llenas de tierra.
En la canasta de mimbre que está sobre la mesa del comedor, dos trenzas de pan salado adornan el sitio sagrado de reunión familiar. La ''natilla'' está cortada y tapada con un ''trapito'' blanco que cubre la taza de barro lujado hacha a mano para mantenerla a punto.
Una mano de guineos verde esperando madurar, junto con unas naranjas y mandarinas, limones y también manzanas de agua, son el adorno de la casa en la alacena de los alimentos. Huele a madera quemada, el pino de la vieja meza echada al fuego no solo daba calor, sino que también el aceite natural de su forma daba el aroma a corteza quemada en todo los rincones de la choza.
La noche abraza con el frío el tejado, pero la casa en sus adentros sigue caliente y acogedora, aunque los tabloncillos del piso rechinen con cada paso que se da, y aunque algunas piezas del ventanas rechinen al intentar ser abiertas por la brisa ...
En Santa Lucía, solo sigue reinando la quietud de sus lugareños.
Cuartos alumbrados con velas de cebo, colocadas en candelabros ya saturados de esperma, o en algunas botellas viejas de vidrio que sirven solo como base.
El tenue brillo de aquellas luces son notorias hasta las callejuelas que pasa al frente de la casa. Un soplido se escucha en la casa y  la luz desaparece... Entre humo blanco y el calor de la cocina de leña  ha llegado la hora de dormir...

Rapherty Villalobos Soto
Costa Rica
derechos de autor 2018
Para el ''Blog'' ''Así es mi tierra''
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domingo, 11 de febrero de 2018

BARRIO SANTA LUCÍA... TE LLEVO EN MI CORAZÓN...

Barrio Santa Lucía... Un trozo de tierra en medio de la inmensidad celestial que se debate entre los árboles de ''poró'' y los cedros que adornan y dan sombra a los cafetales. Donde el pecho amarillo exhibe su plumaje galante entre las hojas de los follajes.Lugar donde el sol se yergue majestuoso cada  día, al llegar la perfección de las doce en punto. 
Es hermoso mi barrio... Al mirarlo con nostalgia y describirlo entre letras. Con casitas hechas de madera, y otras de concreto; con sus calles, algunas hechas de asfalto, otras de tierra que se ha mezclado con lastre, por causa de la lluvia de los inviernos que no tienen clemencia. Son tantos los hombres y mujeres que pasan a diario por entre piedras y puentecillos ya algo añejados por el tiempo. A veces mezclando la piel de sus pies descalzos, con el polvo seco que deja el verano cada época viajera de diciembre a mayo... A veces con los sueños colgados en sus ojos, esperanza del más humilde que van pegadas a un día no muy lejano, estar mejor que otros días de antaño...
Hojas secas que son arrebatadas por el viento de cada mañana, acumulándose entre los sencillos desagües... El soplo del viento que se hace canción peregrina que va y viene entre los montes y colinas que rodean el pequeño caserío.
Al fondo los pasos lentos de los más ancianos que van aprovechando la mañana para sacar su jornada, el pasar del cuchillo empuñado en las manos del más joven con su brazo fuerte y nervudo sobre la maleza para cegar el pasto que cubre cual cobija el maíz nuevo regalado por la tierra.
Te miro en mis adentros, y cada día me enamoro más de tus atardeceres, cada segundo que pasa anhelo un tramo más de vida que, regalado por Dios me permita poder verte en las mañanas, y disfrutar de la claridad que empieza a besar la tarea ardua de su gente. Y durante las noches me encanta la quietud que cual piano embelesa las horas oscuras del descanso después de la ardua labor. Se me ensancha el pecho, y se llena de suspiros mi alma cuando mis ojos logran ver la magnifica vista de aquellas ramas secas llenas de nidos de pajaritos, cuando se ve al pájaro carpintero taladrar la madera con majestuosidad en los troncos secos para crear su dulce hogar.
El paso por el recibidor de café, y las humildes casas donde viven algunos campesinos... Casas de madera y piso e' tierra, con el montón de perrillos que con su ladrar avisan la llegada de cualquier extraño, y las gallinas que solo esperan la mano de su ama con el trigo para amontonarse en las entradas y llenar de colorido aquellos rincones de tono campesino.
El famoso ''pelo e' gato'' que cae, y que no es más que el residuo de la bruma nocturna, cuando la neblina coronó la noche y opacaba con su paso las luces de los ya de todas formas tímidos faros de alumbrado público.
Mi barrio Santa Lucía... Pedacito de tierra que llevo en el corazón. Belleza de mis ojos, y causar de mi sonrisa cuando puedo admirar tantas maravillas que existen en tu hermoso retoñar...

Rapherty Villalobos Soto.
Autor de Ilusiones
Costa Rica.
derechos reservados de autoría
Para el Blog ''Así es mi tierra''
Imagen de la red solo Ilustración.
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viernes, 9 de febrero de 2018


''LA CASITA DE DOÑA VIKY''

En la casa de Doña ''Viky'' solo se ve un jardín enorme lleno de plantas. Adornado por Orquídeas y matas de lotería, por veraneras y algunos helechos. Parecen matorrales al verlos desde larga distancia; haciendo juego con el color de la tierra majada por el paso de la amable señora puriscaleña. Es verano y la sombra del almendro que está en el centro del jardín es una delicia para evitar el castigo de los rayos del sol de medio día. Una alfombra verde de musgo se ve recorrer el suelo, entre tarros de lata con matas y flores, entre baldes plásticos, ya algo envejecidos por el pasar el tiempo, que guardan algunas raíces de las petunias, y las margaritas. Doña Viky abre la puerta de su casa para que el viento pase a adelante y se siente a esperar el baile del tiempo. Mientras ella con sus sandalias, inicia el oficio diario en su casa. Barre desde afuera para adentro como costumbre, sin dejar un solo granito de polvo por donde pasan las hebras de la herramienta de limpieza. Sacude su mesita en la sala para quitar las migajas de pan que han quedado después del desayuno, hasta llegar a la cocina donde su cocina de leña le da un bao de calor al lugar. Adornado con una pileta de cemento lujada con ocre, un tubo sencillo de plástico con una llave de metal para que llegue el agua, se dispone a lavar los platos hasta dejarlos rechinando de limpios. Se escucha el chasqueo entre cubiertos de metal, y el choque de los vidrios entre vasos manejados por las manos de aquella sabia, hacendosa, y madura mujer. Con unas paredes hechas de madera y latas de techo, ya ennegrecidas por el humo y la ceniza de la cocina de leña, se ven sobre los cabos de madera varios clavos de metal. Donde ella va colgando algunas jarras después de lavarlas, algunas cucharas y cucharones usadas pa' mover el arroz y los frijolitos de la noche. También se ven colgados los ''trapitos'' blancos en la otra parte de la pared, eso sí, todo ''limpiecito'' hasta que da gusto. No se ve ni una mosca dando vueltas por aquel lugar. Doña Viky, con su cabello corto y sus mejillas rosadas algo regordetes, sus manitas mojadas por el agua de la limpieza, y su voz dulce ya de abuelita. Se sienta en su sillón preferido, siempre el frente de la puerta, para ver a los amigos caminantes que tienen a bien saludar. -¡Adioooooooos Doña Viky, buenas Taaaardes ''Ma'!'- se escucha en la calle de tierra y cemento mezclado que pasa por el frente de la choza. Y desde adentro se oye -Adioooooooooooooooooooooos Doña Esther que gusto verla- La repuesta de doña Viky que no se podía quedar sin devolver el saludo de campo con cordialidad. Se ven las hojas de árboles aledaños cayendo por todo el lugar, los cedros han quedado pelones, al igual que los troncos de poró y algunos que otros almendros y jocotes. Se pueden ver algunos pajaritos de pecho amarillo en las ramas secas. Y también las ''pajuilas'' o gallinas de monte brincando para allá y para acá entre las ramas verdes que quedan de los itabos y los guarumos Ella toma un palo cualquiera, y amarrándole unas cuantas hierbas con un cordón de ''cocaleca'' hace una escoba para ir y quitar del paso aquellas hojas secas ante de que el viento de la tarde haga de las suyas esparciéndolas más por todos lados. Arrebata con furia, para un lado y pal' otro con su escobita de mimbre, apartando las hojas secas caídas en la entrada de su casa. Hasta dejarla libre de todo estorbo de tal forma que la alfombra de musgo verde y pasto, zacate limón y flores ''chinillas'' y hortensias quedan de nuevo al descubierto. Doña Viky Solano, ya toma aire y va por su cafecito de la tarde. Ha valido la pena la ''mañaneada'' en aquella casita de Barrio Santa Lucía, en mi lindo Puriscal. Y las mejillas coloraditas de la amable mujer lo dicen todo, llenando con un tono de satisfacción y humanidad a la tierra bendecida por Dios.

Rapherty Villalobos Soto
Costa Rica
derechos reservados 2018




miércoles, 7 de febrero de 2018


DON JACINTO 


Don Jacinto era un señor ya de avanzada edad, ya sus años eran cercanos a los setenta y ocho, y aún así seguía disfrutando de las caminatas por los senderos de Santa Lucía. Con su paso pausado, y el bastón que el mismo creó, su sombrerito, y su pañuelo en el cuello para evitar el golpe directo del sol. Sus pies descalzos, y sus pantalones de ruedos recogidos, su cabello pintado de blanco por el paso indiscutible de tiempo. Yo lo vi pasar más de una vez por mi casa. Aquel hombre forjado por los años, de manos duras y mirada penetrante, de voz firme como su voluntad y sus creencias. Humilde en su accionar, pero valiente en su fe. 
Se le vía siempre subir por aquellos terruños, con la misma fuerza a sus años que cuando tenía veinte. Siempre lleno de energía, con su saquito al hombro, que luego llenaría con las compras del mercado. Don Jacinto caminaba como si nada subiendo la colina, marcando sus huellas en el polvo y el lastre de las callejuelas. Pasando cerca de la quebrada por el recibidor de café, viendo a los hombres nuevos con palas en mano removiendo la semilla con astucia como cuando él era más joven... 
-A que tiempos aquellos-  decía en sus adentros con nostalgia y con la mirada perdida en el cielo, que según él cada día lo llamaba con más fuerza. 
Los recuerdos invadían el alma de aquel Señor, que a veces suspiraba de tanta nostalgia al no poder regresar el tiempo para vivir de nuevo sus años mosos. No porque no estuviera satisfecho por lo vivido, sino porque le gustaría repetir aquellos días de trabajo campesino, las tardes de amores en el parque puriscaleño, y las noches de inocencia cuando iba a visitar a la ''noviesilla '' 
Miraba de frente ya a punto de terminar el sendero, que por tantos años ha recorrido. Don Jacinto sonriendo, hacía que se le marcaran más aún las arrugas de su rostro, su ceño fruncido por los gestos faciales, no por molestia, sino por el montón de años, quitándose el sombrero para secar el sudor de su cabeza víctima de la calvicie, se sienta bajo la sombra de un árbol de ''poró'' que tiene más edad que él mismo, para retomar aire y sorber un trago de agua. 
Se ve como el agua al bajar de la botella, llena la boca seca de aquel Don, en cuyas manos temblorosas yace la existencia de casi un centenar de años. 
Ya fresco se presta para seguir su paso, toma su bastón y emprende la caminata de su vida esperando que el sol tenga piedad de su piel ya tostada. 
Suspira y mira al cielo diciendo con solo ver la posición de astro mayor -ya van a dar las once de la mañana- 
Justo a tiempo para luego devolverse por el atajo del cafetal para llegar a su casa. 
A bocanadas de aire da el paso sobre la tierra, sin que le importen las piedras pequeñas y afiladas que se le incrusten en los pies. Con su bastón de ''palo de guayaba''  se apoya una y otra vez hasta ver ya la primer casa que le anuncia su llegada al destino deseado. 
-Adiós Don Jacinto, que tenga buen viaje- se escuchan las voces de los amigos que le ven pasar, y él levantando al mano, solo hace la seña necesaria para no perder su ruta hablando, pero a la vez para devolver la cortesía. 
A sus setenta y ocho años, Don Jacinto, puriscaleño  se pura cepa respira los aires de su pueblo, dando gracias  Dios, por aquel lugar de paz donde caminó toda su vida... 

Rapherty Villalobos Soto 
Costa Rica 
derechos reservados 2018. 
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martes, 6 de febrero de 2018


NOCHE PURISCALEÑA

Otro atardecer que cae en Barrio Santa Lucía... Se asoma tímida la noche entre el verdor que se opaca lentamente con la llegada de la reina nocturna.
Ya se escucha de fondo el violín de los grillos, y se nota en la poca luz ambarina del brillo solar y su caída, como las aves buscan los follajes más frondosos para pasar el frío. Es de noche en Puriscal, ya no se ven más que algunos ventanales iluminados por la luz interior. Se escuchan las voces de algunas personas que hablan -ya es hora de cenar y después, a descansar-
Niños sentados en las gradas de sus casas, ya con las piyamas que sus ''marmitas'' les tienen limpias. En la cocina de algunos hogares el fogón y su leña crepitando dando calor al las ollas y ''comales'' donde la experta cocinera deja caer el alimento para calentarlo.
''Tortillas palmeadas'' y unos ''frijolitos arreglaos'' Aromas de gloria después de un arduo día de trabajo acompañando con una tacita de ''agua-dulce'' que, a cualquier hora da el ''calorcito'' corporal necesario.
Apenas y se puede ver en medio de la oscuridad de la noche, el camino y sus polvorientos senderos son borrosos ya como para andar caminando solo.
Es de noche y la quietud abraza la hermosa tierra puriscaleña, entre árboles y cafetales, entre calles de tierra y el puente que da paso sobre la quebrada al lado del recibidor de café. El silencio solo se ve invadido por los abejones y algunas ranillas y su croar. Apenas y se notan las luciérnagas  entre los arbustos, El búho  descansa en la cima de un árbol de ramas secas. Y las estrellas vacilan entre danza de horas y segundos mientras la oscuridad se hace más espesa. Dijo el poeta:

''Noche puriscaleña, de suspiros y quietudes,
de largos sueños es tu belleza,  y tus tenues luces,
¡ay! bello Santa Lucía, que no se pierda tu paz,
que tus ojos no lloren, si muera tu eternidad''

Rapherty Villalobos Soto
Costa Rica.
derechos reservados 2018
FOTOGRAFÍA DE a.d.i

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domingo, 4 de febrero de 2018


Amanecer ''Puriscaleño''

Otro amanecer que nace en mi hermoso Santa Lucía. Son las cinco de la mañana, y la timidez de la noche va desapareciendo con la llegada sobresaliente del astro rey.
Apenas me levanto y aún en medio de la escasa oscuridad, se va notando como la claridad va tomando posesión de los árboles alrededor. En sus ramas, se escucha al ''yigüirro'' cantando con suma claridad, alegrando los pobres follajes y enramadas que aún no han sido víctimas del caluroso mes de enero, en cuyo paso las hojas van siendo arrebatadas de sus ramajes por el viento azotador.
El árbol de cedro en cuyo tronco yace la vida de ardillas graciosas que bajan de sus nidos a recoger el alimento antes de que sea demasiado tarde. Sargentos que enfilan con su plumaje rojo y sus algarabías graciosas entre vuelos y lamentos. Cantan extrañando las lluviosas mañanas que quedaron atrás con el invierno.
Ya son las seis de la mañana, y el sol a besado la montaña apasionadamente. Ya se nota el verdor de los pastos, y se ve como el humo del polvoriento sendero de ''La Cachera'' se levanta con el paso del campesino. Con sus alforjas colgando entre los hombros, donde lleva el ''gallo pinto'' y el ''pancito con mantequilla'' el ''cafecito caliente'' y los ''frijoles majaos'' . Todo preparado a golpe de leña y hacha. Con sudor y calor en las venas se hecha el madero viejo al fuego para que su crepitar se convierta en tizón ardiente que le de sabor al ''comal''
Con sus pies descalzos, llenos de callos que no son más que el símbolo de la humildad del trabajador. Que solo son las señas del ir y venir por aquellos caminos durante muchos años, desde ''chiquillo'' caminando aquellas ''trepadas'' para ganar el sustento.
Saludando a cuanta persona se topa a su paso, con la sonrisa abierta y su palabra criolla...

-Buenos días don '''Neno'' ¿pa onde la lleva?-
-Buenos días tenga ''aste'' doñita Cecilia, pos' voy pal' centro a ver si me veo con don ''Toño''-
-Que Dios le tenga buen andar.-

Se nota el avance del día,  apenas eran las cinco y media de la mañana y ya son las ocho, el tiempo sigue su avance dando vida al refrán de los ''viejitos'' del pueblo que se les oye decir a cada ''ratico''
-Al que madruga Dios les ayuda-
Ya se empiezan a ver las puertas de algunas casas abrirse, dando paso al frescor de la tierra santa ''Puriscaleña''
Algunas mujeres se ven con sus cabellos largos hechos un ''moño'' con sandalias y -ropa de estar entre la casa- como le dicen algunos. Ya dispuestas a darle brillo al suelo casero con el ''gancho'' o el ''palo-piso''  arrojando cera en la madera se ven los artes del ''pa' allá y pa' acá'' como si estuvieran bailando alegremente.
Se despide el aroma a hogar, y se da apertura a las cortinas de los ventanales. Huele a campo y a trabajo, a esfuerzo y bienestar.
Es otro amanecer en Santa Lucía, en mi hermoso barrio, en mi querido Puriscal.

Rapherty Villalobos Soto
Autor de Ilusiones Costa Rica
derechos reservados de autoría.
Imagen de la Red
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Cae la tarde

 Cae el atardecer sobre las montañas josefinas, se adorna la capital con su frío veraniego dando un matiz ambarino a los pasos de la gente q...