jueves, 1 de agosto de 2019


UN OASIS EN MEDIO DE LAS MONTAÑAS.


La brisa traviesa va y viene coqueteando entre los cerros del Zurquí. Se sienten las gotas serenas de una lluvia incansable sobre el camino antes de llegar al túnel que por años los abuelos lo han llamado igual. La sombrilla e' pobre en las laderas de las grandes paredes de roca, y los helechos adornando el paso de los riachuelos y cascadas. Está cayendo la tarde sobre las montañas y la neblina saluda el paso de los caminantes que, se detienen en su pasear para saborear el agua que la montaña ha purificado.
Algunos pizotes se dejan ver entre las verdes montañas, y se escucha el canto de las aves entre los ramajes recordando que aquella tierra es virgen aún. Las caídas de agua se asoman entre los senderos antes de llegar al río sucio, cuyo nombre se debe al color de sus aguas.  Aquel ancho caudal que le recuerda a los hombres que la naturaleza es de respetar, y que la vida es dada y sostenida por la mano de Dios que tiene misericordia. El aire frío se respira hasta sentir como se van helando los pulmones, y la piel se eriza en cada ráfaga de viento que cruza entre los collados que son inamovibles de su lugar.
La vida se abre paso... Se sostiene  entre los grandes cipreses y laureles que tienen años de existir, se mece la vida entre las ramas del guarumo y el paso del agua cristalina que choca entre las piedras de cada quebrada recordando que la libertad está sembrada en la misma raíz que nosotros intentamos mover.
El paso imponente antes de llegar al túnel Zurquí, subiendo por los bosques de San Luis y San Isidro de Heredia. Luego bajando hasta los linderos de la quebrada Gonzáles, hasta llegar al cruce de Río Frío...
Los atardeceres de mi tierra costarricense me enamoran más cada día, bajo el calor de aquel cantón donde vive un pedazo de mi corazón, la tierra de Pococí, la ciudad de Guapiles en la hermosa provincia caribeña de Limón, donde la lluvia tantas veces me hecho sentir la vida ... Donde el calor me ha enseñado a vivir con él.
Se ven las planicies,  su sabana, el calor de esta tierra que está llena de gente amiga, un espacio tiempo en medio de la inmensidad, tapada por las montañas como si fuera un oasis de nueva ilusión.
El cielo se ha teñido de ambarino paisaje estando yo bajo sus nubes grisáceas. Y luego de madrugada lo he escuchado llorar de alegría llenando de vida todo a su paso con sus tormentas.
Guapiles, pedacito de alegría en el centro de una inmensidad, cuya existencia es tapada como un tesoro bajo la mirada fiera del los Cerros del Zurquí.

Rapherty Villalobos Soto
Autor de Ilusiones
Costa Rica
derechos reservados 2019
imagenes tomadas por el autor
derech




Cae la tarde

 Cae el atardecer sobre las montañas josefinas, se adorna la capital con su frío veraniego dando un matiz ambarino a los pasos de la gente q...