miércoles, 31 de octubre de 2018

LA COCINA DE MAMÁ

Cuando mi mamá despertaba en las mañanas, apenas el gallo daba sus primeros cantos y el alba se asomaba tímidamente por las ventanas de vidrio y tabloncillo. Lo primero que hacía era irse para la parte de atrás de la casa, a meter la leña para comenzar a darle vida a su cocina. Con sus cabellos largos amarrados con un pañuelito blanco, y su delantal con pastoras dibujadas en cada una de sus bolsas. Eran las cinco y treinta de la mañana y ya sonaban las ollas y las cucharas como un concierto típico de cada alba.
Todo bien limpiecito, su moledero y sus cuchillos, listos para empezar a picar los alimentos y dar inicio a la faena de experta cocinera. El humo con aroma a leña recién cortada, las varillas de café seco y algunas piezas y troncos de poró iban tomando su calor entre las brazas del día anterior. Yo apenas tenía doce años. Y como cada fin de semana, me levantaba de mi cama apenas me llegaba el aroma a cafecito ''chorreao''  y a torta de huevo con tortilla de queso. Al llegar a la cocina de mamá le daba un beso en la frente como símbolo de mi respeto. Y al lado de ella estaba su cafetera toda tiznada de tanto llevar fuego, y que ella dejaría reluciente con un trozo de alambrina después de lavarla.
-¿Va a desayunar papito?-  me decía ella con esa voz dulce que jamás podré olvidar. Y yo solo asentía con la cabeza ya imaginándome el sabor de aquella comida que solo sus manitas ya algo arrugaditas podían preparar.
-Claro ma, que rico desayunar...-  le decía yo con aquellas ganas de empezar mi mañana con el cariño en un plato y el amor en un vaso, como solo mi mamá sabía dármelo.
-Bueno, vaya y se lava la cara y las manos, y se pone zapatos para que no le de frío. Y después va al aparador y me trae dos huevos y si puedes me traes más leña papá-  Me decía con voz algo imperativa.
Inmediatamente me levantaba de la silla desde donde me gustaba verla cocinar. Obedeciendo me aseaba y después, a jalar toda la leña posible para el uso durante el día. Luego pasaba por los dos huevos para que ella los cocinara y desde atrás de la casa se apercibía el aroma a café. ¡Que rico que olía! Era magia para mis sentidos. Luego se escuchaba el sonido de los huevos en el comal cocinándose para luego ponerlos en el plato junto a las tortillas que ella ya había palmeado desde temprano.
Aquel sonido era definitivamente la vida misma dando forma a las cosas por medio de las manitas de mamá. Golpeando con agilidad y estilo la masa para formar el círculo perfecto de la tortilla. Aliñando el producto con el queso que le vendía don José. Dos tortillas enormes hechas con las palmas de sus manitas, con dos huevos fritos y café hecho chorreao en la bolsa de tela.
Ya eran casi las nueve de la mañana, y mamá como todos los días decía :
-Hay que apurarse papá, porque ya por ser las once de la mañana se fue el día, y no hay marcha atrás-
Y si que tenía razón... Apenas daba el medio día y el sol llegaba a su perfección, cuando menos se daba uno cuenta ya el astro rey estaba buscando su descanso. Solo se podían ver los atardeceres en medio de las arboledas, dando sus últimos rayos de calor. La noche saludaba con su ambarino celaje y sus vientos que besando las hojas de las flores danzaban entre el pasto de los potreros.
En la cocina de mamá, solo se notaba el alumbrar del fuego, con alguna que otra candela en las esquinas para iluminarse un poco más. Y recordar todo tan reluciente, los pañitos blancos como un ajito, decía mi abuelo, y los jarros colgando de los clavos bien ordenados todos en un mismo lugar. No había nada que se le escapara. Y al llegar la noche las manos de mi mamita peinando su largo cabello rizado, para luego hacerse un moño y así descansar. El beso de sus labios en mi frente era la señal de que aquel día en mi tierra había llegado a su fin.
Te recuerdo marmita, en tu cocina de leña y en el beso de tu amor en mi rostro con tus manitas siempre diciéndome ... ¡Dios te bendiga!

Rapherty Villalobos Soto
Autor de Ilusiones
Costa Rica
derechos reservados 2018
Imagen tomada de la red
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viernes, 26 de octubre de 2018

LOS POETAS E ISABEL

Mientras la niebla cubría los caminos, en la hondura de Cañales en Puriscal. Unos pasos se escuchaban al majar las piedras de la calle de lastre. Abriéndose paso por el sedero oscurecido por la noche mágica, entre el violinezco canto del grillo y el cantar del viento que se abría paso entre los bambúes.
Tres jóvenes hablaban entre sí en medio de aquella espesura. Imaginando en cual de los tres amigos lograría enamorar al pie del balcón a la pequeña Isabel. En casa de la pretendida, solo las velas se lograban apreciar, entre las ventanas de madera que parecían puertas de palacio esperando la entrada del los enamorados.
La pequeña Isabel, con sus faldas largas hasta los tobillos, y su blusa blanca como la misma paz de aquella noche en cuya luna se mecía el romance bajo la niebla. Sentada en una silla en el balcón de su casa, enredando sus trenzado cabello largo hasta la cintura preparándose para caer pronto en los brazos de Morfeo.
Aquella mujer trigueña, de ojos negros como dos oscuridades distintas en el alma, con su cintura delgada y sus pies calzados con sandalias, el aroma a miel en sus manos como buena campesina y sus ropas quizás algo ahumadas por cocinar en el fongoncito de la casa.
El momento se acercaba, y conforme las horas avanzan, se escuchan mas cerca los andares de los tres enamorados. Pensando y platicando entre ellos ¿Cual de los tres será el elegido por la ''Chabela'' como de cariño le decía su padre?
Estando al pie del balcón dos de los trovadores quedaron enmudecidos, al ver la silueta de don Sebastian paseándose por las tablillas del piso casero. Fumando su pipa, sintiendo la madera en las plantas de sus pies en cada centímetro andado. Con su mirada tosca, con su barba blanca, sus manos resecas por el trabajo en la tierra, y el corazón de un costarricense que ha sabido luchar.
Pero el tercer trovador de allá de los bajos Cañales, en mi lindo Puriscal no se asustó ante tal presencia., y de su voz comenzó el romance de aquella noche mientras la luna se asomaba poco a poquito. Invitando con palabras tiernas y enamoradas a asomar por las ventanas su carita coqueta, a aquella hermosa hoja veranera llamada Isabel.

''Déjame ver tu cara coqueta, mi luna trigueña,
que ya la niebla se va pa' su casa,
mira que si tu papá nos pesca,
estoy segurito que aquí se nos arma''

Don Sebastian escuchó aquellos versos, entre las risas de Chabela y la seriedad que le atacaba. Pero sintió una mano tibia en su hombro y una voz dulce le susurró entonces.
-¡Ay viejito!  no te enojes por esas cosas, recuerda que así llegabas tu a escondidas con tu guitarra a llevarme serenata en las madrugadas.-
Era doña Inez, esposa de Sebastian y madre de Isabel la que le hablaba,  y le recordaba aquellos años de romántico susto en la galantería del cortejo. Mientras abrazados ellos dos escuchaban aquel jovenzuelo poeta enamorando a su Chabela.
Con valor el trovador se esmeraba por llamar la atención de se enamorada. Diciendo sus mejores versos de amor hasta que ella le obsequió una mirada.

''Si supieras cuanto suspira mi alma por verte,
no me tendrías aquí llorando mis penas,
pero algún día se que voy a tenerte,
aunque conmigo se enoje don Sebas''

Se escucharon las carcajadas de los dos. De Isabel y su papá. Y de pronto la puerta se abrió y una voz fuerte le dijo al muchacho.
-Ya hombre creo que ya está bueno, mañana viene pa que hablemos y ya deje que nos vayamos al sueño-

Entre tartamudeos solo asintió con la cabeza, pero tenía su corazón acelerado. Contento porque estaba seguro que sería suya la Chabela. Mientras los otros dos amigos se quedaron como piedras e el suelo después de semejante susto. Se fueron de la mano con el viento y la luna a celebrar porque había ganado quien tuvo más valor.
El romance de las noches del terruño, y los grillos con su baile en lo más y mejor. Aquellos tiempos de enamorados, de poetas y doncellas bellas esperando el amor.
Allá en mi lindo Puriscal...

Rapherty Villalobos Soto
Autor de Ilsuiones
Costa Rica
derechos reservados 2018
Imagen tomada de la red
Para el Blogg Así es mi tierra

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