Los lirios se abren al sentir el frío tintineo de la tormenta ligera, que arrecia con el pasar de los segundos, y las rosas ponen sus pétalos en el salón de baile del viento. Dispuestas a danzar, sonríen ante el cielo mismo, inclinándose ante el sabor del mágico manantial.
Huele a tierra mojada, a vida y a campo fresco...
Es tiempo de escuchar el concierto, con el percucionar de la lluvia en los tejados, y el arrebato de la brisa que cual pastor va empujando sus nubes hasta anegar todo a su paso.
Llueve en Santa Lucía... ¡ay mi bello Santa Lucía, mi lindo Puriscal! ... Tierra bendita entre montañas y valles, entre ríos y paisajes creados por la mano de Dios.
Que nunca se funda tu belleza, ni se apague tu sol, que siempre sobreabunde el alimento y el amor de su gente por todo derredor.
Rapherty Villalobos Soto.
Costa Rica.
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Hermoso
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