De Regreso a Santa Lucía.
La caída de la tarde llega una vez más a mi Santa Lucía. En sus montes el color ambarino y anaranjado del sol que se mezcla con el azul del cielo, va siendo cada vez más notorio. El astro rey a punto de besar las colinas de Desamparaditos, y Carit. Las ráfagas de viento anuncian el acercamiento de la noche, y van bajando las temperaturas después de un largo día de verano. El sudor se ve pasar por la frente del agricultor, mientras con esmero recoge las herramientas que ha usado para facilitar un poco su trabajo. Levanta la mirada viendo aquellos pequeños valles entre las montañas de Puriscal, con las eras donde fue depositada la semilla que dará el ''maicito'' y el ''culantrito'' pa' vender en la feria dentro de algunos días.
Aún fatiga el calor, pero va llegando la hora de dejar el campo... Sorbiendo un trago de agua levanta su mirada satisfecha y a la vez vigilante sobre el terreno, para ver que no quede nada olvidado, ningún detalle, se le puede pasar.
Con sus sombrerito de tela, su pañuelo rojo en el cuello y sus botas, da pasos largos rumbo a la entrada con los sacos al hombro llenos de semilla, y llenos de herramientas que se mezclan con los platos y cucharas del almuerzo.
Su camisa blanca de manga larga, que hace que el sol no le queme la piel, y sus manos llenas de tierra son el símbolo del esfuerzo de aquel día.
El canto del yigüirro se escucha sobre los pocos árboles que dan sombra sobre el camino, y las golondrinas se ven volando de un árbol a otro ya buscando un lugar seguro para pasar la noche.
-Para llegar a la casa antes de que oscurezca hay que ''trolear'' media hora, ta' largo, así que mejor me voy por entre los cafetales, por el trillo del río y así paso a ver si hay limones pa' llevar-
La quebrada es pequeña en verano, se puede pasar por donde sea, incluso el agua se puede tomar bien fría ya a esas horas de la tarde. Todavía se puede ver el paso entre los matorrales, ya que solo hasta dar las seis de la tarde es que la noche hace de las suyas.
Ya el viento esta mas helado, y se ve como con su fuerza empieza a levantar las hojas secas del suelo, las lleva de un lado a otro, entre pequeños remolinos que se pueden ver de lejos sobre los llanos.
Al ir llegando a Santa Lucía, luego de bajar la montaña hasta el pueblito, los perros empiezan ya su canción, ladran al paso de las personas que van llegando, haciendo que las familias abran las puertas de las casas, para sentarse en el corredor a esperar a su gente. Se ven a los más pequeños jugando en bicicletas sencillas, de esas a las que les falta alguna pieza pero igual corren de verdad, o jugando y correteando detrás de un balón de futboll, el más gastado por la calle de lastre que está mala...
Ya la tarde se despide para dar paso a la noche, a los búhos y a los murciélagos, a las arañas que se cuelgan de los itabos, para tejer sus trampas, y a los ratoncillos de monte que hacen un concierto junto con los grillos y las ranas de la quebrada...
Se escucha el rechinar del''portoncillo'' pasos subiendo las gradas de la casa... Ya llegué a mi descanso...
Rapherty Villalobos Soto
Autor de Ilusiones Costa Rica
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miércoles, 14 de febrero de 2018
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