NOCHE
De mi noche Puriscaleña, dónde su manto oscuro va ennegreciendo cada rincón del terruño. Apenas son las seis de la tarde y las hojas de las palmas apenas y se ven. Esta vez la noche ha salido sola, sin una luna que la acompañe . Hoy podrá lucir sus aretes de estrella y su collar de nubes, los anillos de constelaciones donde al lado noroeste de mi Lindo Santa Lucía se pueden apreciar en sus dedos la osa mayor y la osa menor.
Cerca de la quebrada, donde están los corrales de los caballos de Don Carmelo, se escuchan las ranas y su croar en concierto. Es una noche de verano y la brisa danza en en las hojarascas secas que han caído sobre los caminos, haciendo remolinos que solo denotan soledad, quietud y el silencio de la madre noche.
Sobre pasto seco se respiran los aromas del campo, heno y el relinchar de las yeguas que ya están empezando a dormirse.
Entre los pastos algo humedecidos por el sereno, se escuchan los grillos con su violín cortejando a las chicharras que, al caer la oscuridad, silencian su música y su canto al sol.
Entre las montañas de Desamparaditos se ve el color ambarino de los últimos suspiros de los rayos del astro rey, tímidamente se despide del día y va cerrando sus ojos en el descanso del colorido azul y verde distancia que, se denota en los montes... Huele a paz, y también a fatiga.
La velas comienzan a verse en las casitas, en las recamaras de las pequeñas viviendas hechas con tablas y algunos tejados. Donde aún los hombres salen descalzos a sentir entre sus dedos la tierra que les da el fruto.
Al alzar mis ojos, solo se nota a lo largo de la calle de la Pedrada una luz que apenas y alumbra el camino del barrio.
El romance entre la noche y el sereno da inicio cuando se abren los lirios y las veraneras se empiezan a desprender con el soplido de la brisa campesina.
La mata de dormilona se convierte en alfombra que invita a los bailarinas al salón. Ya todo está presto para el concierto.
La novia ha llegado y los músicos tocan el vals...
Las lechuzas enanas, llegan en pareja al árbol de poró, para ver el baile desde arriba. Se encuentran un ramillete de flores sobre el cedro más viejo y lo lanzan para adornar el ambiente. Palomillas y algunas luciérnagas que titilan cerca de los ventanales, viendo como el cebo de las candelas se quema creen que son iguales a ellas y golpean el cristal del ventanal para poder entrar.
La quebrada se ha convertido en el salón de baile de esta noche, y la fiesta apenas inicia. Hasta que la noche se canse y vuelva el sol a besarse con los montes otra vez.
Rapherty Villalobos Soto
Autor de Ilusiones
Costa Rica.
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