INUNDADA MI INSPIRACIÓN
Mientras daban las seis menos diez minutos en el reloj, y mis ojos se levantaban mirando la altura de la montaña. El verdor se hacía mas notorio entre segundos que morían con lo poco que quedaba del anochecer anterior. El sol imponente abrasaba la colina, besándola con sus rayos de calor que poco a poco iban secando las sudorosas gotas de rocío que andaban bailando entre las hojas de las matas de café.
Amanecía en las alturas de Escazú, cerca del cerro del Bello Horizonte, y se evaporaba con la llegada del astro rey, cada esperanza que descansaba sobre los ramajes de algunos pinos y cipreses. Enamorados los cielos de la tierra, coqueteaban algunas nubes blancas entre horas de nueva luz. Agonizaba la madrugada que se marchaba con su frío y su soledad... Con los ojos soñolientos se pintaron de azul mis pupilas, y mis labios se llenaron de emoción al sentir que la brisa en mi rostro me cantaba la canción de un nuevo amanecer.
Ya se sentía el ''calientito'' de aquella luz maravillosa que adornaba cual corona la montaña, como si esta fuese la reina homenajeada de la naturaleza. Con su falda de arboledas y sus guantes de neblina, con sus zapatillas de cristalinas gotas de lluvia pasada, y sus pendientes de lirio colgando de sus orejas. Ataviada a su cintura el cerco de veraneras, con una piedra enorme que sostiene la base donde se posa para contemplar su reino.
Ya son las seis con diez minutos en la mañana, y el día va caminando en busca de su perfección. Se ven las gentes saliendo de sus casas para ganar el pan nuestro de cada día. Se llenan los caminos, se inundan los senderos, se escucha el sonido de los pasos del labriego sencillo llevando al pasto el ganado bajo la mirada imponente del sol que besa la colina sin tregua en este hermoso iniciar de vida. Los aromas saliendo de las cocinas, y las mesas adornadas con las manitas callosas de las mujeres experimentadas que han dado a luz con dolor los hijos que resguardan estos montes.
Llora el yigüirro su lamento clamando al cielo por la lluvia, y se mira la guaria sobre las tapias saludando al caminante. Sonríen los ríos con sus canto y vuelan los sueños de aquel hermoso paisaje que se describe con tan solo una mirada...
¡Así es mi tierra!... Pedacito del cielo que Dios nos dio, y que hoy inunda de alegría mi inspiración.
Rapherty Villalobos Soto
Autor de Ilusiones
Costa Rica
derechos reservados de autoría 2019.
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